VIII

I

Me disperso por las ondulaciones del vodka
con la geometría involuntaria de los charcos.
Es entonces cuando resuenan por dentro de mis venas
los chasquidos de mi alma.

II

Mis muescas encajan con las tuyas
y las cicatrices de mi cuerpo con tus manos,
cuando me pregunto cuándo
y el surco de tus mejillas se convierte en un caudal.


III

Me dirijo a tus labios por instinto;
el impulso de mis latidos desacompasados;
el instinto obrero que me obliga a seguir empujando,
mientras me voy hundiendo en el lodo pegajoso de la memoria.

IV

Vivo atado a la tierra,
enraizado a mis sentidos limitados.
Me nutro de tu luz y piel
hasta saciarme hasta el límite.

V

Me sacas el poema de la punta de la lengua,
se me nublan y mezclan los sensores;
entonces las larvas devoran el techo lentamente
y otro día empieza.

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